El viaje es el sustento de la buena
fotografía, sin importar si es adentro o afuera del individuo es la manera en
la que el fotógrafo consigue la imagen definitiva, si nos remitimos a los
grandes creadores de la imagen fotográfica en la historia podemos ver en sus
capturas la búsqueda incansable para atrapar esa expresión de la luz que a
través de la vista trastoca las fibras del sentimiento en el espectador.
Este viaje no es una metáfora, es acción,
es el esfuerzo de salir de la zona de comodidad en la que la mirada descansa;
totalmente acostumbrada a ver los mismos entornos, los mismos paisajes y a no
generar reflexión alguna sobre ellos.
El ser humano es ahorrativo por
naturaleza, incluso en el ejercicio del pensamiento. Si mirara mil veces el
mismo cuadro acabara por ignorar su contenido y simplemente se limitará a saber
que este está allí, y eso es exactamente lo que le pasa al habitante de Bogotá,
absorto en las ocupaciones del día a día en una ciudad que no da espera, se ve
forzado a ignorar el paisaje que lo rodea para poder mantener el ritmo de vida capitalino.
Bogotá es una metrópolis de
contrastados paisajes, sus calles están hechas para ser recorridas a todas
horas, el día está acompañado de prisas, problemas, diligencias,
preocupaciones, trabajo, obligación, deber; Pero la noche es otra historia, la
noche es gusto y placer, sus colores despiertan diferentes sensaciones en los
bogotanos, miedo, atracción, desinhibición, vulnerabilidad, rebeldía,
reflexión, calma, frenesí.
Son estos sentimientos los que fundamentan
este proyecto el cual consiste en realizar un recorrido a través de la ciudad,
dejando que la cámara, como única testigo, sea la que capture la poesía que
escribe la luz en una noche bogotana, dejando ver que la ciudad es todo menos estática,
que ella fluye con el movimiento de sus calles que son como venas oxigenando
cada rincón y espacio de la capital.
Estas fotografías no están pensadas para
ser un mero registro de lugares icónicos de la ciudad, sino que buscan dar una
perspectiva particular de la experiencia que es viajar la Bogotá nocturna para
dejarse deslumbrar por esos pequeños puntos de luz que luchan contra el frio y
la oscuridad que se toman la ciudad al ponerse el sol.